Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 3 de agosto de 2014

SU DIESTRA Y SINIESTRA

La mañana del cielo morado y el sol verdoso. La mañana de tránsito por los picachos de encajes y el océano de terciopelo. Esa mañana el cantor vio nacer de su diestra, mano fuerte, coros de pieles bañadas en aurora, espejos de uñas reflejantes de mares vaporosos y cuarteles dáctiles repletos de resuellos líquidos.
            De su siniestra, mano suave, brotaban locas oberturas danzantes y un canto de acuarelas y versos. El cantor, inflamado de júbilos, no pudo menos que dibujar coreografías de colores pasteles, en la atmósfera uterina.
            Aquella mañana, todos los astros azules recogieron sus cabellos de las praderas de mármol; así lo hicieron después que ríos y quebradas los peinaran. A su vez, sediento de cúspides de senos, con sus dedos brillantes e insolentes y acicalado por la mariposa de fuego, el sol rasgó los vestidos de la luna y arrojó los jirones de pálida tela más allá de los lomos montañosos.
            Cutis, sinfonías, óleos y sonetos; las caricias osadas estallaban como serena lluvia caída en terreno henchido de semillas y detonaban cual mirada de poeta. Sólo un alma repleta de embriones es capaz de doblar un rayo de luz. Sólo un alma sin vacíos puede llenarse de plenitudes.

            La mañana del cielo morado, las pupilas del artista se posaron en el sol verdoso y contrariaron la física, el derecho y cualquier silogismo; su diestra, aliento de vigor, en abrazo voluptuoso, largo, abismal y prohibido tomó a la siniestra, aliento de amor, preñándola con canelas ácidas y olores verdes.

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