Gris y rosado
DISCERNIMIENTO
Hoy día la carrera de derecho se
encuentra en pleno apogeo. Todo papeleo implica contratar a un abogado. El otro
día, para un simple trámite municipal, supe que necesitaste los servicios de un
licenciado en leyes. Lo del contrato de importaciones y todo aquello. ¡Y qué
honorarios más altos cobró el fulano! Pero quiero que te detengas a reflexionar
sobre tus hijos.
Mira a Eusebio. Está allí por tu
culpa. Querías ufanarte ante tus amigos y mamá deseaba una atención rápida y
confiable a su hipocondría. De nada valió decirles cuanto le disgusta ver
sangre, agujas, catéteres y huesos rotos. No les importó. Tampoco su escasa
vocación para afrontar el dolor humano. Menos. Cuando les dijo que deseaba ser
maestro, se rieron comentando que ya había suficientes muertos de hambre. Lo
único que les interesaba era colgar otro feo trofeo en la pared: Su diploma de
medicina. Por eso Eusebio es infeliz. De nada valió obligarlo a estudiar
medicina. No cura enfermos. No pudo. Así que se ve obligado a seguir abriendo
cadáveres en la morgue.
¿Y Marino? ¿Qué me dices de Marino?
¿Por qué le faltará valor para cambiar de profesión? Sé que no quiere vivir
así. Le falta ternura, cariño y sobre todo un cuerpo que lo acompañe. Una
cintura donde clavar sus dedos, una espalda que lo calme, unas manos ajenas
inquietas por contar sus vellos, recorrer sus curvas y llenar sus
profundidades. Tú bien sabes que eso del celibato no es para Marino. Al
obligarlo a entrar al seminario, sólo intentaste ocultar sus preferencias. Pero
él sigue anhelando satisfacer el deseo que tanto te espanta. Y también es
infeliz.
Pero
donde te luciste fue con Susana. Desde muy joven la hiciste calzar botas
militares. Todo porque era un espíritu libre que no se sometía a tus designios.
Lleva muchos años manchando sus botas de polvo, lodo y sangre. Antes ella misma
las lavaba y lustraba hasta que brillarán como espejos. Ahora, algún soldado
con el fusil cruzado en la espalda y acomodado en un taburete lo hace. Ventajas
del rango. Y pensar que tú eres el responsable de ese amorío entre Susana y sus
botas. La arrastraste, tirando de sus orejas, hasta la academia militar. ¿Y
adivina? También es infeliz.
¿Comprendes
el efecto que han tenido tus imposiciones sobre la vida de tus tres hijos
mayores? ¿Y quieres que yo siga por el mismo camino? ¿Qué te pasa? Sé que es
importante contar con un abogado de confianza, por si acaso un percance con la
justicia o algo parecido. Es más, me honra que pienses en mí para tal
responsabilidad familiar. Pero papá, si quieres un abogado en la familia,
matricúlate tú en la Facultad
de Derecho.