Ciudad
de Panamá, 9 de septiembre de 1996
Prof.
Marcos José Aizpurú
DIRECTOR
DEL INSTITUTO LEÓN A. SOTO
(E. S. D.)
Estimado
profesor:
Sirvan estas líneas para desearle
éxitos en su labor administrativa. Por este medio, deseo informarle de cierto
irritante suceso acaecido durante la feria de aniversario del plantel. Tal
hecho motiva mi solicitud de traslado a otro departamento diferente al de
Bellas Artes. De ser necesario, puedo trabajar en el departamento de Artes
Industriales, pues tengo los créditos suficientes.
Usted recuerda muy bien mi alegría
al firmar contrato para laborar como profesora de artes plásticas en el
Instituto Soto, también conoce mi entusiasmo con el cual he acometido la
docencia en sus diversas actividades, y sobre todo, sabe de mi interés por el
buen funcionamiento de la institución. Pero hay cosas que sobrepasan cualquier
límite imaginable de tolerancia.
Durante la semana previa al festejo,
estuvimos pintando con estudiantes del IV nivel un mural alusivo a la vida y
muerte del poeta que da nombre a nuestro plantel. Para ello discutimos sobre el
nacionalismo de los istmeños de comienzos de siglo, la represión llevada a cabo
por las autoridades colombianas y la detención que sufrió el bardo istmeño. Más
que detención, martirio, pues a pesar de haber sido liberado, los golpes
recibidos durante el arresto le provocaron la muerte.
Decidimos hacer un cuadro
surrealista, donde se apreciaba al joven León abatido por los golpes de uno de
sus captores y alrededor de ellos, pequeños detalles de las luchas
nacionalistas. Dada la aparente lejanía en el tiempo, entre aquellos hechos
históricos y la cotidianidad de nuestros estudiantes, intentamos relacionarlos
con el presente; al poeta lo vestimos de uniforme escolar y al captor del poeta
con la misma vestimenta policíaca de quienes reprimieron la manifestación
estudiantil del mes pasado. ¿Recuerda que usted esa vez habló de brutalidad y
exceso de fuerza? Los muchachos que participaron del proyecto no pudieron
quedar más sintonizados con los sentimientos que motivaron al poeta; sólo ese
detalle convierte en logro el mural mencionado.
Antes de dar algún brochazo hablé
con el profesor Narciso Quiel, coordinador del departamento, exponiéndole el
proyecto y sus justificaciones; él al principio no estuvo de acuerdo con el
detalle de los uniformes, pero al final accedió y dio su aprobación. Parece ser
que en privado, nunca aceptó la idea.
Las sesiones de pintura se
realizaron tal como fueron planeadas; no debe olvidar que los planes son para
ponerse de acuerdo y los acuerdos se respetan.
El lunes en la presentación para
sorpresa mía, el profesor Narciso Quiel cambió los uniformes de policía por
trajes de la época, lo cual no fue lo que pintamos mis alumnos y mi persona. En
el fin de semana se puso de acuerdo con sus alumnos y secretamente hizo el
cambio, sin tomarme en cuenta.
A
esta altura lo más probable es que usted se esté preguntando ¿Y que más da un
uniforme que otro? ¿Acaso se acabó el mundo por el bendito cambio ese?
Permítame mencionarle dos o tres cositas. La primera, el tal cambio fue un acto
de vulgar censura y ningún intelectual que se precie de tener algo de dignidad
puede admitirla. La segunda, a pesar de no vivir del arte me considero una
profesional pues cuando estoy en el proceso creativo lo hago en serio y después
de invertir tiempo y energía en un trabajo, lo único que espero es respeto. La
tercera y última cosita, tras que vivimos en un ambiente extremadamente árido
para esto de las artes, no estoy dispuesta a soportar intrigas del tamaño que
sean pues quien lo hace en pequeño, sabe como hacerlo en grande.
Es posible que mi apariencia sea la
de una mujer menudita, pero defiendo a capa y espada mis principios y cada uno
de ellos es innegociable. Prefiero comenzar a cazar mosquitos que aceptar la
censura y el irrespeto.
¿Estoy exagerando?
Es lo más probable, mejor ser una
exagerada que un muerto que camina por los pasillos con una tiza en la mano y
en la mente la pregunta: ¿Cuándo me llegará la jubilación?
Por todo lo anteriormente dicho,
solicito me cambie a otro departamento, donde lo más probable es que tampoco se
me tome en serio, pero por lo menos no tocarán cosas tan importantes para mí.
SUYA
MARIANA ITURRALDE
EX-MIEMBRA DE LA COMISIÓN DE BELLAS
ARTES