Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 27 de noviembre de 2011

Cuando me gane el gordo de la lotería

Crucificción

Cuando me gane el gordo de la lotería
No sólo te compraré un par de tacos de fútbol
Sino el mismo estadio donde jugó Rómel Fernández

Cuando me gane el gordo
No sólo te compraré un helado de chocolate
Sino la misma palabra golosina

Cuando gane
No sólo te compraré un juego de video
Sino los mismos ojos del mundo que se alegrarán al verte

Cuando

domingo, 20 de noviembre de 2011

AL FINAL FUE LA PALABRA

Orquídea en saludo marcial (Dece Ereo, Panamá)

De niño, en las veredas de mi jardín, la lujuria y el delito jamás dejaron huellas. Sus pasos quizás eran, quizás, retumbos antiguos, nunca hierro y piedra. Allá sólo había orquídeas, mangos y un sabio cocotero; el compañero de las parejas que estrellaban contra la tierra los inútiles reparos.
Tuvieron que aparecer las sotanas para que el pecado recalara en mi vergel. Yo no lo conocía, un cura me lo presentó el día que prohibió el centelleo de pieles. ¡Adiós susurros en el palmar! Y ya no hubo parejas, sino machos, hembras y lechos plenos de obligaciones. El día que llegó la virtud eclesial a mi antiguo patio de colores, los sacerdotes celebraron con cincuenta y nueve misas y ochenta y tres procesiones.
Al arribo del policía, la parcela de los mangos pasó de rincón de chiquillos a tugurio de infractores. El tolete policiaco, cual vara nigromante, convirtió la cosecha de la fruta en delito. Él, el policía, me enseñó a robar. El día que llegó el orden policial a mi campo en flor, los policías celebraron con cuarenta redadas y setenta y tres operativos.
Con el abogado la cosa no fue mejor. Un edicto reglamentario logró que la sencillez pariera embrollos. Él, el abogado, interpuso un papel entre cónyuges, hermanos y vecinos, y aprendí una nueva palabra: demanda, y olvidé una vieja palabra: convivencia. El día que llegó la tramitación legal a mi prado de aromas, los abogados celebraron con noventa y seis procesos y veintiuna diligencias fiscales.
Derribaron muchos árboles para fabricar tanto cartón consumido en los letreros de prohibido, tanto barrote usado en las cárceles y tanto papel de resoluciones judiciales. Y un buen día las figuras llenas de censuras, al ritmo de un sermón, transformaron el huerto de palmas y orquídeas en llamas, humo, ceniza. A veces me cuesta recordar como eran los Dendrobios.
En mi infancia, delito y lujuria eran voces desconocidas. Curas, policías y abogados me las enseñaron. El día del incendio tuve que despedirme de vivir con la piel expuesta a las falanges de la brisa, de las orquídeas, de los mangos y del más sabio cocotero. En nombre de la virtud, la ley y el orden aún inhalo ceniza de flores. Pero aprendí a cubrirme con un sayal.
El jardín ya no fue mío. Era del hambre de las carabelas y de las codicias de la caña. Era de ellos, de los que me hablaron de lujuria y delito, y así fue hasta que la huerta parió una palabra jamás antes pronunciada. No sé como, entre tanta esterilidad, germinó ese roce de sílabas, pero creció hasta ser espiga de mazos.
Sotanas, toletes y edictos cerraron sus oídos y aún así la palabra brilló, caminó, encontró, amó y engendró chiquillos vivarachos y sedientos de inmortalidades. Y los sordos por vocación que usurparon miel y polen, ya nunca más reinaron.
Una palabra jamás antes pronunciada los echó de la huerta.

domingo, 6 de noviembre de 2011

OTROS TRES POEMAS DE LA CANCIÓN ATREVIDA


Orquídea al acecho (Dece Ereo, Panamá)

Jaguar de mis sábanas
Patrullero de mi jungla

Asaltas mis cimas
Mis senos
Mis simas

Jaguar de mis sábanas
Patrullero de mi jungla
Tu piel de pecas
Destella en la mía


Me gustas
Me gusta verte
Y más me gusta desnudarte

Es lindo ver
La mariposa de tu sonrisa
Y la sonrisa de tu mariposa
En el prado de tu rostro
Anunciando que nuestros cuerpos
Se buscan

Es bello oler
Los colores de tu aliento
Mientras
Inundas mis sudores

Pero sobre todo

Es tierno sentir
El cincel de tu mirada
Dibujar
Una mariposa en mis labios
Cuando mis manos rompen
El pudor de tu piel



Paladear lunares
Sembrados
En huertos de leche

-Y comer el guisado
De tus besos-

Conocer el sabor
De las pecas bribonas
Seductoras

-Y Aderezar mi ensalada
Con el vinagre
De tu lengua-

Masticar besos
De labios hinchados
Y sentir el arado
Rompiendo el surco

-Inundarme
Con el olor a zanahorias
De tus narices-
Y lamer tus muslos

-Y entre tus muslos-

Beber caricias
Y eructar
El salado aliento
Gula y lujuria
Ensalada de piel
No hay diferencia

-Gula
Lujuria
Pecar
Y alcanzar el cielo-