Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 25 de octubre de 2015

SUGERENCIA

Debes estar aburrido y harto del rechazo y el abandono. Creo das razones para ello y por eso te sugiero lo siguiente. No es que sea muy sabio, pero te he observado bastante.
Socialmente estás insertado en el intersticio existente entre la pequeña burguesía y los propiamente pobres. Tarde o temprano los primeros concluyen que eres su enemigo y los segundos han de suponer que pretendes quitarles las telenovelas.
Claro, cómo no ha de ser así, si siempre terminas hablando, en un cóctel o en una cantina, de la complicidad de la clase media en los procesos de marginación social o de cómo la cultura del pueblo es una copia de la televisión.
Psicológicamente creo que no has superado la etapa infantil del porqué; eso no debería ser problema, pero insistes en preguntarle a un fulano que acaba de comprar un auto último modelo sobre el por qué prefiere tener dos empleos en lugar de compartir tiempo de calidad con sus hijos. Después te preguntas por qué con cada por qué tienes un amigo menos.
Políticamente vives en otro planeta. ¿Te acuerdas cuando fuiste candidato a alcalde? No regalaste ni una gota de ron ni prometiste ningún opulento puesto público. Nada. Ni siquiera a mí que soy tu mejor amigo.
Sólo obtuviste unos cuantos votos, supongo, de algunos familiares convencidos del adagio que reza: “Con la sangre, con razón o sin razón.”
Y amorosamente, amorosamente no tienes remedio, eres un fiasco. Tan romántico y en el instante clave, metes la pata. Siempre. ¿Recuerdas a Marta, la que terminó siendo mi novia? Ella siempre me dijo: “Lo que tu amigo construye con las manos, lo destruye con los pies”.

Por eso te sugiero, solitario rodeado de gente, lo siguiente. Sumérgete en el proceso de perderle cariño a la vida y ríndete. Mátate, pero no lo hagas de cualquier forma. No hables ni compartas ni critiques ni negocies ni preguntes ni sonrías ni enamores ni beses y mucho menos tengas sexo, ni siquiera contigo mismo. Pronto la soledad triunfará y tu psique deforme apuntará al autismo voluntario. Después de la locura, poco a poco, el desuso hormonal surtirá su efecto. Una molestia, una inflamación y el doloroso e inevitable cáncer prostático acabará con tu vida.