Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 29 de marzo de 2015

LA REBELIÓN DE LOS NIÑOS

Todavía no puedo creerlo. Está bien que este niño de cerámica sea tan grande como un bebé, incluso, la pintura que lo cubre se parece mucho al color de la piel, pero aún así no lo creo; debí imaginarme todo.
            ¡Hey! Ahora que me fijo ¿quién habrá puesto el abanico apuntando hacia San Martín? ¿Acaso las imágenes sudan? La gente pasando calor y miren lo que hacen los diablillos.
            Definitivo... ¡Qué misa más horrible!
            Tanto adornar la iglesia, tanto preocuparse por colocar al lado del altar un impresionante nacimiento de imágenes tamaño natural; tantos preparativos y los chiquillos se portan así de mal.
            El destino de cada una de mis palabras fue ahogarse en el mar de la algarabía. Vaya víspera de Navidad, estos chiquillos en ningún momento se comportaron a la altura que merece el rito eucarístico.
            Primero fueron las risitas; ji ji por aquí, ja ja por allá, ¡jo jo, ju ju, que gracia me da!
            Luego en los cantos, nada de melodía, ni armonía, ni siquiera algo de ritmo; puros gritos. Ni que la iglesia fuera Salsipuedes, con todo y sus buhoneros.
            Estoy predicando y ellos diciéndose chistes. ¡Si yo los vi, no fue que me lo contaron! Ni porque les lancé una mirada dura, ni porque les tiré un par de indirectas dejaron de hablar. Bla, bla, bla, laca, laca, laca. ¡Qué insolentes!
            Al recoger las ofrendas, comenzaron a tirar las monedas a la canastita que sirve para ello, como si fueran pelotas de baloncesto.
            Regaño desde el púlpito a los padres y nada, el desorden continuó. Hasta se atrevieron a mirarme como si yo fuera Herodes. Hay que saber interpretar bien eso de "dejen que los niños vengan a mí", la disciplina es necesaria y más en actos tan solemnes como la Navidad.
            El colmo fue en el saludo de la paz. No bien había dicho "démonos fraternalmente el saludo de la paz", cuando saltó la chiquillería y formó el gran alboroto. ¡Qué bullaranga!

            ¿Dónde quedó el respeto a la solemnidad? ¿Y el respeto a mi persona? Les extiendo la mano para saludarlos y los muy diablos se me abalanzaron y casi me tumban en pleno altar. Si no es porque una niñita de trajecito celeste capturó mi total atención, los agarro a porrazos. Cuando la vi, a ella, la niña del traje celeste, al principio me asusté y luego me asombré; ella corrió hasta el niño del pesebre y lo besó. No sé si ya estoy enloqueciendo pero me pareció que éste, el niño de cerámica, también comenzó a reír.

domingo, 22 de marzo de 2015

A LA FELICIDAD LE GUSTA PERTURBARME

A veces la felicidad arroja guijarritos contra el tragaluz de mi recámara. Eso me preocupa. Mucho. Es que escucho con recelo los ayes del cristal asaltado.
            Desde el césped y con cada gimoteo vidrioso, ella, la felicidad, rompe mis costumbres. No entiendo sus deseos, pero esperaré la tarde en que con una piedra rompa el ventanal.
            Esperaré que la luz tibia de la tarde entre por la pequeña ventana rota y se resbale por las paredes, asperje la alfombra y me envuelva con un paño.
            Esperaré que afuera la brisa despeine los árboles y me invite a pasear. Me atreveré a franquear la puerta y los sueños se colarán en mi alcoba. Y ya no serán necesarios más vidrios rotos.
            Esperaré que la soledad no teja más espinas y que la música traspase el dolor. Será posible el regreso y llegará la mañana sin mareos y una sonrisa retozará en la habitación.
            Esperaré que el vértigo deje de ser, que la muerte entierre las uñas en su ombligo y que mi cama no admita un insomnio más.
Esperaré que por la ventana rota la felicidad entre a mi recámara. De allí no saldrá. Trenzará mallas y las tirará al mar de mi tristeza y me atrapará. Sé que lo hará. Espero ansioso la tarde en que la felicidad con un guijarro rompa los cristales.

A veces la felicidad

domingo, 8 de marzo de 2015

¿PUEDE EL AVE?

¿Puede el ave trinar recién inicia la alborada celeste? ¿Correr de la mano con la inocencia tímida y atrevida? Puede que sí, ave repleta de ternuras, la rosa en índigo, la cautela de las infantes, el arco iris está en triunfo.
Por lo menos, a veces el tordo de marfil reluciente, interpreta la canción de cuna, interludio con todas las armonías y todos los cristales.
Paciente el arpa resuena y tres mil asteroides recorren la bóveda, inapelable ruta, camino y sinfonía, iridiscente y almibarado encuentro.
            Piñal de soles y astrolabios, la tersura musical raptó la bella ave y lo íntimo abrazó el caudal de besos, intrépido alud en reposo.
¿Puede el ave ser el torrente de notas o es el río de los silencios?, La inocencia espera y una celda abierta, la inspiración liberada, asciende con el viento azabache.
Pañuelo aireado al tiempo, rojos sus tejidos, intensos los grabados, es la cruz del mar de espumas, la intuición en septiembre, un amanecer después de lluvias.
Pequeña ave de los amaneceres y terracota del cariño, ruego lanzado al ingenio. ¿Cuándo será inventada la convivencia del mediodía? ¿Ahora?
Pequeña y azabache, ave y trino, riqueza de donde se ven las aguas, ígneo anuncio y cielo esbelto, la infrutescencia dorada y su alteza real elevan el cetro.
Pequeña ave azabache y trino de las madrugadas, el reino es posible, indica el camino, intenso, alcanzable, telúrico. ¿Volver?

domingo, 1 de marzo de 2015

NUNCA SERÁS UN HÉROE

¿Cómo puedes olvidar que lo tuyo es recolectar goteras? ¿Qué tu única misión es aguardar que el temporal penetre la techumbre? ¿Que debes correr a la cocina por las ollas de aluminio, colocarlas en los sitios de costumbre y esperar la música de las gotas?
            ¡Nunca serás un héroe!
            A tu pajarito preñado de ilusiones se le acabó el tiempo, nunca parió. Tus barbas se tiñeron de nubes de marzo. Los días enterraron su arado en tu cara. Ya no juegas pelota tan rápido como antes. Ahora pagar una casa modelo cajita de fósforo es tu cadena perpetua.
            ¡Mejor entierras tus anhelos en el jardín!
            Ya no eres un muchacho y quieres ser un héroe. Y en esta ciudad donde los aguaceros ya no son bendiciones y el sol se vuelve flagelo y el polvo tatúa la piel y los cartones convertidos en bienes raíces cargan con la miseria de una metrópoli ahogada en olores. ¿Aquí? ¡Estás loco! Quieres ser un héroe y en esta ciudad de moscas. Aquí todos se escondieron, incluso los campeones. ¿Y tú pretendes ser un héroe?
                                        ¡Eres una raíz!       
            ¿No oíste decir que las raíces crecen de noche y se entierran en el fango y ahorcan los cuerpos podridos y rompen sus cráneos? ¿No oíste decir que viven revolcándose en sus bajezas? ¿No oíste decir que de día no se atreven a crecer, no ocurra un accidente y un rayo de luz se cuele en sus recámaras? ¿Y tú estás preparado para enredarte con un rayo de luz? ¿O te comiste el cuento de la blanca paloma? Olvidas un pequeño detalle: ¡Ella es una farisea!
            Cuando en la calle se escuchan pasos de niños, se acurruca en la orilla y espera las caricias y migajas de algún pequeño. Apenas marchan los infantes, a punta de picotazos y golpes de patas y golpes de alas, despoja de migas a sus hermanas. Luego, muy ufana, hincha su pecho y aguarda a la próxima criatura. ¿Y te atreves a pensar que la blanca paloma es una heroína?
            No, no lo es. ¡Y tú nunca serás un héroe!
            Vuelve a tus ollas de aluminio. Si no te gusta el sonido de las gotas chocando contra el metal, compra platones de plástico. Si no te gusta despertar a mitad de la madrugada, ubica las ollas antes de irte a dormir. Si algo no te gusta, acostúmbrate a ello. ¿O es que tú crees que la vida se trata de algo diferente? Olvídate del heroísmo y ten listas las ollas para recoger el agua del próximo aguacero. Acepta el destino y lo que te tocó ser en este planeta. Recuerda que tú sólo eres una raíz con evocaciones de paloma blanca. Tú eres un recolector de gotas de lluvia filtradas en la casa.

            ¡Así que ni se te ocurra subir al techo a tapar las goteras!