Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 27 de julio de 2014

HIMAIRA

En las llanuras de Himaira, donde el pasto crece alto y los arroyos siempre cantan, pasea un toro turquesa de pesuñas de henequén y cuernos de plata. Gracias a sus pezuñas nunca se le escucha acercarse. Dicen que su cornada es mágica. Sus cuernos de plata concretan cualquier sueño. Por supuesto que para que ello ocurra, hay que cumplir ciertas condiciones. La primera, hay que vestirse correctamente: gorra o sombrero, saco o playera, pantalones de lino o mezclilla, zapatos o zapatillas, no importa; lo que sí es primordial es que sean de marca y que ella esté a la vista. No se admite comprar en baratillos. La segunda condición es poseer una o varias tarjetas de crédito y un celular; el beeper apenas disimula el asunto. Usar tarjetas de prepago en el celular no es tan conveniente, es preferible pagar una mensualidad. La tercera, es indispensable recorrer la pradera en carro propio, preferible en auto del año y que tenga todas las extras. Una cuatro por cuatro es perfecta. Para encontrarse con el toro turquesa también sirve: ir a las discotecas y pedir los tragos en otro idioma, ser miembro de algún club campestre, navegar diariamente en la red informática, tener la boca llena de alambres, comunicarse por medio de onomatopeyas y tecnicismos, ir al gimnasio tres veces por semana, permanecer atado a algún tipo de dieta y vivir sin preguntarse que tienen que ver los sueños con una cornada de plata. Yo cumplí todas las condiciones. Estacioné mi automóvil en la orilla de un riachuelo. Caminé algunas centenas de metros. Lo hice con suficiente cuidado para no ajar ni empolvar mi atuendo y admiré por un momento el verdor de Himaira. No lo escuché venir.  Ahora, aquí tendido cuan largo soy en una camilla hospitalaria, zurcido por los dolores me pregunto seriamente, ¿Qué tienen que ver los sueños con una cornada de plata?

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