El sistema establecido es el arado que estampa los surcos
por donde transitan los borregos. A mí no me crece lana en el pecho ni lanzo al
aire balidos matutinos. Por eso me catalogan de inadaptado, sólo por que no
sigo los surcos marcados y camino por mis propias rutas. Ganarme el título de
personaje extraño me costó muchos años.
El paso decisivo para
adjudicarme tal mote fue cuando escogí la manera de buscarme los frijoles. Soy
un sembrador de miedos: Gracias a los surcos, camino en línea recta, aspiro el
olor de la lana sudada, me acerco a los borregos y les susurro a las orejas
cosas como estas: ¿Sabías que si alzas la vista podrías ver el sol?...Fuera de
los surcos hay otros caminos que no necesariamente son rectos... La hierba que
está lejos de la parcela tiene un sabor desconocido... Atrévete a caminar en
reversa dentro de un surco... La próxima vez que te esquilen, sal de los
surcos, corre hasta el río más cercano y sumérgete. Los borregos me escuchan,
abren muy grandes los ojos, los bajan, se alejan aferrándose con más fuerza al
camino de surcos y se conforman con masticar algunas hierbas marchitas.
Sembrar miedos es mi forma de
ganarme los frijoles. Por eso los borregos me consideran un inadaptado. A veces
me incomoda su rechazo. Ser un incomprendido tiene sus consecuencias, la
principal, el aislamiento. No me agrada mucho que los borregos al verme
arruguen el ceño hasta convertirlo en piedra. Pero lo que más me desagrada es
mi retribución monetaria, les dije que vivo de sembrar miedos. Soy otro
explotado. Me es sumamente fastidioso que el sistema establecido me pague mal;
por cada miedo sembrado, por cada borrego que se aferra aún más a los surcos,
solamente recibo cincuenta míseros centavos. ¡Abajo lo establecido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario