Do le preguntó a su hermanito
Re sobre el por qué sus padres fueron tan tacaños y los bautizaron con nombres
tan diminutos. Mi, la hermanita de ambos, sin que le preguntaran, le dijo que
un nombre pequeño era signo de cariño. Re estuvo de acuerdo con Mi y le recordó
lo lindo que se escuchaban sus nombres en la boca de mamá.
Do
no quedó muy convencido e insistió que los nombres cortos eran para no gastar
mucho aire. Re y Mi le replicaron que cómo iba a pensar eso y terminaron
envueltos en una discusión. Y Do que les decía: “Papá es un tacaño” y Re que le
contestaba: “Te voy a pegar un puñete” y Mi que no se quedaba atrás, gritaba a
todo galillo: “Pégale, pégale”. En eso estaban, hasta escuchar una voz muy
dulce que los llamó por sus nombres. Era mamá. Los tres corrieron hasta su
falda y Do olvidó la tacañería.
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