Me muevo al margen...

Aquí, en el margen, en el margen del canon, no hay reglas que cumplir, ni jueces que complacer, ni halagos que buscar, ni aplausos que dar con el hígado irritado...aquí, en el margen, en el margen del canon, sólo puedo hacer lo que me da la gana...

domingo, 1 de junio de 2014

LA MANCHA AUSENTE EN EL RETRATO

Contraste en verde
Buscó acuciosamente en esa deformidad pintada que un día fue su retrato. Cada pulgada del lienzo fue indagada con extrema diligencia. Allí encontró todo el amarillo de sus infamias. Los amores muertos a golpe de hielo. Las humillaciones infringidas a los claveles que sólo querían agradarle. Almas azules que creyeron que la hiel sabía de sinceridad. Allí la pareja abandonada, allá el amigo hundido en la empresa fraudulenta. Acá la familia avergonzada y aquí el ser que ya no resiste la inmortalidad de su malvada belleza. Eternamente joven. Eternamente vacío. ¡Basta ya!
Vino, coca, sexo. Nunca amistad. Menos amor. Jamás lealtad. Mucho menos fidelidad. Aunque sí fue fiel. A su terso rostro. A lo hermoso de su cuerpo. Al ingenio de su charla. A la fulminante ternura de su mirada. Sí fue fiel. A como adueñarse de las voluntades ajenas para ajarlas y luego arrojarlas por el caño. Por el mero placer de hacerlo. Sólo porque se podía hacer.
Pero hay límites. No hay lienzo que resista tanta mancha putrefacta. No hay posible resistencia al horrendo cuadro. Por eso ese ser, paradigma de la belleza de la piel para afuera, decidió ponerle fin a todo. Un cuchillo. Un corte preciso y adiós a la pintura que le recuerda sus muchas crueldades. Un corte preciso y adiós a esa eterna, bella, decrépita juventud.

Pero tenía que saberlo. Tenía que confirmar que allí no estaba la mancha que registraba la destrucción del único ser que vio a través del oropel barato y luego le sonrió mirándolo directo a los ojos. Ese ser que sin estar frente al grabado de sus maldades siempre supo de las entrañas de su sepulcro blanqueado. Buscó en el retrato deforme. Indagó por muchas horas. Y allí, entre todo el amarillo de sus infamias, no encontró la mancha que registraba la ruina de aquel ser tan especial. Al final, la belleza de la piel para afuera regaló su última sonrisa. Un corte preciso y todo terminó.

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