Detalle de estatua de Leda Astorga
Madre
geográfica de senos concretos. Una Coca-Cola y en enero te mataron a Pipo.
Madre histórica de ombligo abstracto. Unas papitas y te incendiaron el
Chorrillo con todo y Demetrio. Madre tendida entre dos mares. Un Big-Mac y tu
mariposa tricolor silba una canción.
Madre de basquiñas amuralladas.
Nunca abortaste a los cincuenta y dos traidores. Madre de tembleques asoleados.
Un bucanero asaltó tu cintura y las sierpes rodearon tus caderas. Madre de
encajes en sombra. No baja tu ángel con la espada de fuego.
Madre de la piel sin flores. Árbitro
en la guerra entre chiquillos y palos de mango. Madre de los muslos
cenicientos. Gobernadora que exilió al rencor y dio asilo diplomático a la
resignación. Madre de la cadera talada. Rebelde de lunes a viernes y fiestera
el fin de semana. Madre de las rodillas raspadas y repletas de costras.
Desbordada en amores y ternuras, apatías y rendiciones, borrones y cuentas
nuevas, eterno tropezón.
Madre que abrigas a los niños de
enero y lloras el diciembre negro. Madre que en mayo te vistes de serpentinas y
en septiembre te llenas de aprensiones. Madre del medio día del fin de la
perpetuidad y olvidada por tus hijos en un mástil escolar. Madre geográfica e
histórica te sobra cariño y vives, aunque alguna vez, pareces no respirar.
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