Mirada de helado
Vivo rodeado de colinas de hormigón
bañadas con hollín, olores y ecos. Vivo en un bosque gris donde el viento no
respira. Vine como inmigrante a ver morir mis esperanzas, aplastadas por el
humo coagulado y el ruidoso miedo. Hasta ayer tenía ganas de correr y
abandonar, pero esta mañana mi niña sembró una rosa en el balcón y algo tibio,
amarillo e intangible entró por la ventana: un rayo de sol. Ahora en la tarde,
voy a llevar a la niña al parque y comprarle un helado.
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