Pequeño
Iloín partió una mañana rumbo al
horizonte, iba a conquistarlo y habitar en él. Cruzó una gran llanura que se
convirtió en desierto. Caminó sobre las arenas hasta llegar al mar, desnudo se
internó en las aguas y las atravesó a nado. Llegó a tierras extrañas y se
vistió con hojas, tuvo que enfrentarse a una selva espesa y a toda clase de
alimañas. Desde el borde de la vegetación vio una inmensa montaña hacia la cual
dirigió sus pasos. Sufrió para llegar a las faldas del coloso, mucho más para
alcanzar la cima. Pero lo hizo. Allá Iloín observó de nuevo el horizonte y se dijo:
Que nublado está por aquí.
Me encanta los finales sencillos :)
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