Leopoldo
quiso ser lógico consigo mismo. Levantar en vilo la realidad a punta de
técnicas convenientes, de cálculos correctos y metodologías adecuadas. Paso a
paso aplicó la ciencia lógica. Premisas más conclusión, silogismo perfecto.
Primera
premisa. Ella con sólo verlo fumaba más y achacaba al humo los charcos en su
mirada. Segunda premisa. Él, con toda la alegría que ella le brindaba, cual
tornillo, se hundía más en su soledad. Conclusión: La pareja no funciona. Hay
que salvar lo que se pueda salvar. Adiós a los amantes, bienvenidos los amigos.
Sentir y construir no siempre es igual. Así lo decía la lógica. Pero la lógica
no siempre es lógica.
Algoritmo
fallido. Dos más dos también es igual a cinco menos uno. La lógica falló y la
oreja de Van Gogh fue a parar a una alcantarilla. Ni siquiera hubo burlas para
el ridículo.
Nada se pudo salvar y todo
se perdió. La realidad aplastó a Leopoldo, la lógica no evitó ni los charcos en
la mirada ni el tornillo de la soledad. Adiós a la larga melena salpicada de
cristales de vino tinto, también a la zanahoria bizarra. No hubo bienvenidas.
Leopoldo quiso levantar en vilo todo el peso de la realidad. No pudo. Una
hernia le recuerda su fracaso.
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