Mano y humo
A Morales
Hoy
al pasar por la esquina tuve que detenerme. El clan Bulla estaba allí…pero en
silencio…contrariando el nombre de la gavilla. No había gritos, carcajadas ni
aparatos de sonido a todo volumen. Había silencio. Quietos y callados daban la
impresión de que cada quien estaba consigo mismo. Uno de ellos no resistió
tanto esfuerzo y se retiró; otros
sonreían nerviosamente y algunos hasta aparentaban pensar. Mas ese
cuadro no perduró, un chiste acabó con él. Con la primera carcajada nuevamente
se convirtieron en la pandilla.
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