Esto es
una advertencia, tramposa, tardía:
Oír, leer, pensar, oler, gustar,
percibir, masticar, lamer, acercar, frecuentar, tocar, fraternizar, interesar,
examinar, curiosear, probar, avistar, cavilar, rozar, adosar, repetir,
manosear, armonizar, concernir o hurgar estas... ¿Canciones? ¿Historias?...No,
maldiciones. Puede ser peligroso.
Más cuando ante el abismo se respira
el aire pesado de un hijo en adiós y la garganta se parte en dieciocho con el
grito: ¡Ningún muchacho debería partir antes que su padre! Más cuando hay que
nadar hasta el final y sin estar preparado y nunca se está preparado. Esas
maldiciones pueden ser peligrosas. Más cuando se busca la serenidad de los mares
picados.
Ellas, las maldiciones, abordaron mi
dolor. Ahora estoy enfermo. Tengo fiebres gozosas, supuraciones risueñas, tos
danzarina. Ya no me preocupa ganar la lotería, ya no me importan mis condenas.
Hoy, en mi delirio, hasta sonreí a un atardecer repleto de franquezas.
Ellas me enfermaron y escuché el grito de
la aurora: ¡Maldita sea el agua estancada! ¡Maldito el viento frenado! Y
alucinado hasta creo que se puede
ser un héroe y trepar al techo y tapar las goteras.
Ellas
me enfermaron y no sé que hacer. Supongo que con la fiebre dejará de
preocuparme el uso correcto del tenedor de ensaladas y comeré más ensaladas. Ya
me advirtieron que así se comportan los enfermos de maldiciones. Y yo estoy
enfermo y no sé que hacer. Supongo que con el tiempo, mi tiempo, ese tiempo,
aprenderé a maldecir, eso es lo que supongo.
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