La Vieja
Marcha por las calles una vieja
abandonada. Es calva, con unos cuantos cabellos blancos, reventados a tirones.
Tiene la piel llena de surcos labrados por la intemperie. Sus huesos
amazacotados no le permiten huir de los palos y pedradas; tiene los cachetes y
la espalda teñidos de morado. Nadie desea oler el resuello proveniente de sus
adentros. Me han contado que verla directo a los ojos es algo desagradable.
Sólo Chuchito, el loco del barrio, es su amigo. Se pasan horas conversando;
algunas veces él me cuenta lo que charlaron. No le presto mucha atención. Lo
primero que siempre me dice es el nombre de la vieja; algo así como Verdad, si no
mal me acuerdo.
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