Tengo muy mala memoria.
Pésima. Difícilmente puedo acordarme que desayuné en la mañana. Menos que soñé
la noche anterior. ¿Sabes lo desagradable que es despertarse alterado y
desconocer el porqué? ¿Abrir los ojos desbordando alegría y no poder
transmitirla por ignorar la causa? Así era mi vida. Ya no lo es. Sí, ahora
puedo relatar mis sueños, comprar los números de la lotería de acuerdo a lo
soñado y visitar al sicoanalista sin ninguna dificultad onírica.
Es que un día, mientras
deambulaba entre los kioscos de Salsipuedes, me topé con un buhonero muy
particular. Un indígena iroqués proveniente de alguna región de la fría Canadá.
Por lo que hablamos en mi torpe inglés y en su corto español deduje que además
era un chamán, una especie de mago. Rápido ganó mi confianza y terminé
contándole mi dilema con los sueños.
Después de escucharme con
mucha atención, trasteo entre sus baratijas y me mostró unos aros adornados con
lazos y tejidos. Dijo que se llamaban atrapasueños y que al colocarlos sobre la
cabecera de la cama servían precisamente para eso: atrapar sueños.
Desde aquella tarde gozo de
mis sueños y me asusto con las pesadillas. Claro que eso lo hago en diferido.
Cada mañana al despertarme tomo el atrapasueños en mis manos y veo, como quien
ve televisión, mis sueños de la noche anterior.
Casualmente
anoche tuve este sueño: Yo era un mensajero y llevaba una valija llena de billetes y un tipo me atracó. Se me fue por
detrás y me sorprendió. Comencé a chillar, a berrear y a lamentarme: Que si
perdía la plata me botaban. Que si me botaban mi mujer me mataba. Que si mi
mujer me mataba mis hijos quedaban huérfanos. Que si mis hijos quedaban
huérfanos se convertirían en criminales. Que si mis hijos se convertían en
criminales irían a buscar al tipo que asaltó a su padre y lo matarían y que
sería lentamente. El tipo, no sé si aburrido de mi cantaleta o por miedo a la
venganza llevada a cabo por mis pequeños niños, no me asaltó.
¡Qué sueño más raro! Ni
siquiera tengo hijos.
También soñé que el patito feo
ya no lo era. Soñé que vivía en la Ciudad Luz y era modelo de alta costura y que
triunfaba en las pasarelas. Tengo muy mala memoria.
Pésima. Pero ya puedo recordar hasta mis pesadillas. Por las tardes llevo mi
atrapasueños al parque y allí comparto mis sueños con alguien que pronto se
interesa en contarme los suyos.
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