Condescendencia
Martita
es una niña de cuatro años, a quien su madre le regaló una muñeca hecha con una
tusa de maíz. Era una tusa dura y seca, blanqueada con cloro y jabón, vestida
con retazos de una vieja camisa. Los ojos y la boca estaban dibujados con el
color que encontraron en el fondo de un galón de pintura abandonado.
Como las
dos vivían solas, Martita acompañaba a su madre cuando esta salía a planchar en
casa ajena. Pero nunca salía sin su muñeca. La quería mucho, aunque ya su traje
rosado se estaba poniendo blanco y casi tenía borrados los ojos y la boca.
Un día
fueron a una casa donde los dueños encendieron el televisor para que ambas se
entretuvieran; mientras la madre planchaba, Martita quedó embelesada hasta con
los comerciales. Algo peor le pasó a la muñeca hecha con una tusa de maíz.
La
muñeca vio las propagandas de cremas humectantes para la piel y sintió su
cuerpo más áspero que nunca; vio los anuncios de maquillajes y se pensó muy fea
y ridícula; lo peor fue cuando vio el comercial de Barby al lado de Kent;
entonces se sintió áspera, fea y sola.
Y como
si no fuera suficiente, Martita le preguntó a su mamá: Mami ¿Cuando me compras
una Barby? Todos los abismos del mundo se abrieron y el aire se le hizo
irrespirable a la muñeca de tusa de maíz; su traje se arrugó de pura pena.
-Dime,
mami-insistió Martita. La madre, luego de un suspiro le contestó:
-Mi
amor, yo te quiero tanto que te regale una muñeca de tusa de maíz para que te
haga cosquillas cuando tu la abraces y a ti te gusta reír ¿verdad?".
-Sí mami-concluyó Martita. El aire
volvió a ser respirable para la muñeca de tusa de maíz y sintió vergüenza por
haber arrugado el traje que aún tiene algo de rosado.
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